Corazón palpitante a ritmo frenético, cuerpo
vibrante empujado por la fuerza de su intenso bombeo delirante, me ensancho,
crezco, me expando, descubro espacios nuevos más allá de mis límites cotidianos.
Cabeza llena de imágenes que se fugan escurridizas por puertas y ventanas secretas,
mente trastornada. Mi conciencia no halla
un espacio de sosiego y serenidad. Oh,
estas vestiduras de niebla y frío que me envuelven. Huyo, huyo de mí y como el fuego me elevo, una ráfaga libre, me siento
como un travieso globo aerostático dispuesto a emprender un venturoso viaje.
Siempre nos queda el poder de ascender. Ascender, distancias, el horizonte se agranda paulatinamente, más y
más. Espacios abiertos, infinitos y
eternos, abrazadme, ahora todo es posible. Mundos de fantasía, de euforia y
alegría donde las flores vuelan y estallan en arco iris multicolores
transformándose en exóticos pájaros cantarines. Sí puedo, ahora lo sé, sí
quiero, seguiré, avanzaré, llegaré. Brazos de fantasía arrulladores me
devolvéis la paz. Vuelvo a mi centro. Lucero del alba, rocío, sin duda está
amaneciendo, respiro esta embriagadora brisa perfumada y fresca que acaricia mi
cuerpo. Lejos, lejos, un susurro dulce y musical exclama victorioso cerca de mí,
“¡ya no tiene fiebre!”.
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