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04 julio 2012

Mirando con los ojos del corazón


En 1945, finalizando la 2ª Guerra Mundial, se estrena la película con el título en castellano “Su Milagro de Amor”.




La acción es presentada por el personaje de  John (Herbert Marshall), ex piloto, que ofrece un recital de piano, con el título de la película, a sus amigos y así nos adentramos en esta historia transportados por las notas del piano que poco a poco nos llevan al mar, una música que nos envuelve y con ella vamos entrando en el misterio de las emociones, el mar de las emociones y sus olas, aguas que nos llevan lejos en el tiempo, a leyendas de amor ocurridas en la costa de Nueva Inglaterra, son música, música que sólo puede ser captada por los oídos y la visión interna.



Esta película nos propone un viaje hacia nuestro interior, hacia el corazón, para revisar con cuánta asiduidad estamos acostumbrados a mirar la realidad con sus ojos o percibir que tan sólo lo hacemos con nuestros ojos físicos. Mirar únicamente con los ojos físicos me lleva a percibir formas concretas y a emitir juicios de valor respecto a las mismas basados en cánones generales transmitidos por la educación y las costumbres. Una vez emitido el juicio me encuentro con un bloqueo, un límite que me impide seguir avanzando con libertad en mis relaciones con el entorno. Su Milagro de Amor llama a las puertas del corazón y le invita a correr las cortinas y a abrir las ventanas y las puertas, salir del refugio para participar en la percepción del mundo aportando su exclusiva y profunda visión que conecta siempre con la luz y la belleza de la esencia contenida más allá de la simple apariencia de las formas.



Su Milagro de Amor es una invitación a vivir en plenitud, desde los sentidos externos y desde la visión interior, ambos unidos como un equipo que sabe que de esa manera podrá sacarle el mejor partido a la existencia. Es una propuesta para ir más allá de la banalidad, de la superficialidad y del vacío al que nos conduce vivir en la confusión que producen la falsedad y el engaño.



Nadie queremos sufrir y, puestos a elegir, preferimos aprender sin dolor. Puestos a escoger preferimos aprender con risas y con juegos. Y yo estoy segura de que es posible si en el alboroto mantenemos la visión interna.



Unos nacen exteriormente diferentes y según crecen van siendo conscientes de su “particular diferencia” y de cómo repercute en general en el entorno, y en las posibilidades que ofrece entonces el entorno, en las respuestas de las otras personas. Pero otras muchas personas habrán de pasar por un trauma concreto para darse cuenta de cosas que hasta entonces pasaban desapercibidas. Volvemos una vez más a decir “vales por lo eres, no por lo que tienes”, y en tener incluyo belleza, dinero, posición social, etc.



“Lo que otros tienen por naturaleza debes entender y aceptar que no es para ti. Tienes que buscar algo que lo sustituya”. (Sra. Minnett).



A veces ser despojado de todo, o parte, de lo que creemos “tener” nos obliga, cierto que brutalmente, a buscar lo que de verdad “soy”, una vía de rencuentro con los demás en otra vibración mucho más sutil. Pero el camino es largo, eso sí, promete que habrá compañía en el trayecto.



“Debe encontrar Fe en sí mismo. ¿Cómo? A través del descubrimiento de un nuevo talento desconocido, nuevas amistades que conducen a una nueva vida.”  “Cultivar otros sentidos, un juego fascinante que te abre a otros mundos”. (John).



En esta historia se nos presenta a la joven Laura (Dorothy McGuire) que es consciente de que ella no es “bonita” como las demás muchachas en general, como otras personas, y ha vivido experiencias de soledad y rechazo debido a ello, aparte de comentarios al respecto. Pero Laura es una joven que lo tiene asumido a pesar del dolor que en ocasiones le pueden producir las reacciones ajenas. Se hace amiga de la Señora Minnett (Mildred Natwick) que la invita a vivir con ella en su casa ubicada en el campo junto a un acantilado. Laura percibe al entrar en esa casa algo “especial” y su rostro refleja paz y gozo. Esta mujer busca, como dice el personaje “un hogar”, la resonancia de ese lugar donde acaba de entrar la lleva a percibir que tal vez sea allí donde “poder sentirse como en casa”. ¿Y qué es sentirse de nuevo en casa? ¿Acaso no somos muchos los que añoramos el “hogar”?. “Es alegrarse cada amanecer y experimentar que la vida tiene sentido. No olvidemos que estamos llamados a esta experiencia también aquí y ahora.



Laura conocerá a Oliver (Robert Young),  un joven apuesto que está a punto de contraer matrimonio y tiene pensado alquilar la casita donde viven las dos mujeres para pasar su luna de miel. Pasará un tiempo antes de que Laura se rencuentre con el joven Oliver.



Unos meses más tarde Oliver volverá a la casita a pasar una temporada, pero no será una Luna de Miel ni mucho menos aún. Oliver fue llamado a filas y sufre un accidente en su avión que le lesiona parte de su mitad  derecha, especialmente el brazo y le desfigura este lado de su rostro, lo cual le hace sentirse profundamente deprimido y airado por su destino al punto de querer suicidarse. A pesar de que no sufre muchas otras heridas, Oliver se siente totalmente herido en su autoestima al perder su aparente porte y belleza de cara al exterior. El tiempo se detiene para él, no hay futuro, no hay esperanza, como le ocurrió en una ocasión a la señora Minnett, cuando también quedó atrapada en el pasado “y por eso podía conocer lo que ocurriría en el futuro”.



Su relación de amistad con Laura, con la señora Minnett y con John, el compositor ciego, le irá devolviendo la confianza en sí mismo y en la vida, pero sobre todo su proceso y sus circunstancias le conducen a una apertura de corazón. Vivir en esta casa con fama de estar encantada irá produciendo en él una metamorfosis que nunca se habría propuesto experimentar de no ser provocada por una circunstancia crítica. Como decimos en los momentos de crisis, junto con el desafío viene el don. En nuestra búsqueda y afán de conquistar poder, fama y riqueza podemos pasar de largo por todo aquello que realmente merece la pena pero que sólo se puede apreciar cuando se ha desarrollado la suficiente sensibilidad y el don de uno mismo.



Oliver tendrá que descubrir que el hechizo opera desde dentro, no desde fuera.

“Amabilidad y sensatez, cualidades que el mundo necesita”, nos dice este personaje que posee Laura. Pero ambos personajes deberán ir mucho más allá. Deberán aprender a franquear la barrera de los prejuicios, del egoísmo y del miedo a la soledad para poder experimentar en sí mismos y compartir el Amor.



 Y así ocurre en nuestras vidas, cuando vamos experimentando que desde nuestro interior podemos lograr realizar los más impensables e importantes milagros de nuestra existencia.



Al fin y al cabo, a pesar de muchas de nuestras circunstancias, si hemos encontrado el Amor “¿Qué motivos tienen para estar tristes?”. Están enamorados, cuando un hombre y una mujer se aman reciben el don de ver cosas que otras personas no pueden ver. Su amor brilla como una brasa en la oscuridad. Mantengan esa llama y les prometo que a lo largo de su vida sólo verán belleza en el otro. Es un hechizo”. (Sra. Minnett).



Estás invitado/a a vivir en ti esta historia de amor de Laura y Oliver en su “casita encantada”, estoy segura que no podrás resistirte a la magia que aportará a tu vida.

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